MUNDO
Una exposición en Viena reúne la obra de pintores austriacos del siglo XIX que viajaron a Oriente seducidos por el exotismo. Con 120 trabajos, la muestra recorre escenas de Hungría, los Balcanes, la costa de Dalmacia, Grecia, Constantinopla, Tierra Santa, Egipto, India y Sri Lanka
Los paisajes desconocidos, las facciones exóticas, los bazares, los tonos del desierto... El viaje se presentaba ante los pintores europeos del siglo XIX como una propuesta seductora para escapar de los motivos habituales de los artistas que pintaban en sus cómodos estudios. Los testimonios de exploradores y militares que pasaban años en expediciones a Egipto, Palestina, Siria y Asia Menor eran atractivos a pesar de la peligrosidad y las duras condiciones.
El palacio-museo Belvedere de Viena inaugura este domingo Orient & Okzident (Oriente y Occidente), una exposición con 120 trabajos de más de 30 artistas austriacos del siglo XIX que viajaron para pintar, en aventuras que no siempre eran seguras ni fáciles.
Uno de los artistas clave fue Leopold Carl Müller, que viajó nueve veces a Egipto y pintó retratos de habitantes del país, estudios paisajísticos y escenas de mercados. El pintor e historiador Alois Schönn, Alphons Mielich, Ludwig Libay y Bernhard Fiedler siguieron su rastro con obras realizadas en países orientales. Rudolf Swoboda y Hermann von Königsbrun se aventuraron a llegar a la India y Sri Lanka.
Lugareños curiosos
La muestra es un recorrido visual por Hungría, los Balcanes, la costa de Dalmacia, Grecia, Constantinopla, Tierra Santa, Egipto, la India y Sri Lanka.
Hungría era un destino exótico cercano: la Gran Llanura Húngara, en el remoto pueblo de Szolnok, ofrecía horizontes, una rica paleta en los cielos y la seguridad de estar cerca de casa y a la vez en un lugar muy diferente de Viena. Desde Split (una ciudad de la actual Croacia), en la costa de Dalmacia, Ludwig Hans Fischer mandaba una postal en la que relataba cómo los lugareños habían parado su actividad para verlo pintar, formando en torno al artista un ruidoso grupo que hacía comentarios, sugería retoques y alababa la obra. Fischer hizo un boceto del momento.
Hungría era un destino exótico cercano: la Gran Llanura Húngara, en el remoto pueblo de Szolnok, ofrecía horizontes, una rica paleta en los cielos y la seguridad de estar cerca de casa y a la vez en un lugar muy diferente de Viena. Desde Split (una ciudad de la actual Croacia), en la costa de Dalmacia, Ludwig Hans Fischer mandaba una postal en la que relataba cómo los lugareños habían parado su actividad para verlo pintar, formando en torno al artista un ruidoso grupo que hacía comentarios, sugería retoques y alababa la obra. Fischer hizo un boceto del momento.
La exposición del Belvedere, en cartel hasta el 14 de octubre, destaca el cambio de estilo al que contribuyeron los viajes en la pintura austriaca. En las primeras décadas del siglo XIX, el realismo documental predominaba en las obras; en la segunda mitad, los artistas comenzaron a interesarse por captar las impresiones y los efectos ópticos que los climas de otros países provocaban sobre los objetos, con representaciones de paisajes soleados y motivos de la naturaleza influídos por el calor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario