10 feb 2013

Actor porno español a la cárcel por estafa


Torbe, el famoso actor porno español ha sido condenado a un año de cárcel por  un delito continuado de estafa en las llamadas telefónicas a un programa

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ESPAÑA.-El Tribunal Supremo ha confirmado la sentencia dictada en febrero de 2012 por la Audiencia de Madrid que condenó a un año de cárcel a la estrella del porno casero Ignacio A. F., conocido como «Torbe» por estafar a los teleespectadores de una cadena de televisión privada a través de las llamadas telefónicas al programa «La hora de oro», que se emitía en 2006.

El Tribunal considera a «Torbe» autor de un delito continuado de estafa, con la atenuante de dilaciones indebidas. Según la resolución Torbe elaboró un método para la obtención de una ganancia ilícita en el programa de televisión denominado «La hora de Oro».

El fallo deja claro que este espacio se emitía con plena independencia de la productora y sin intervención de la cadena privada que lo emitía. En dicho programa, los telespectadores tenían que acertar una serie de respuestas que figuraban en la pantalla, debiendo llamar a un número de teléfono para poder cobrar el premio. Según el fiscal, dicho número telefónico corresponde a la entidad World Premium Rates S. A., una empresa dedicada a la comercialización de números de teléfono con tarificación adicional.

A los telespectadores que llamaban a ese número de teléfono para consignar las respuestas acertadas, se les exigía, mediante una locución grabada, llamar a otro número para obtener el premio. Este segundo teléfono pertenecía a la sociedad mercantil Ekeace, cuyo representante legal es Ignacio A. F., Torbe.

Una vez las víctimas de la estafa llamaban a ese segundo teléfono, se les remitía a un tercero, también de tarificación adicional, con un precio en esta ocasión de 1,09 euros por minuto y cuya gestión y cobro de beneficios corresponde a la entidad Grande Amigos S. L. Una vez realizaban la tercera llamada, las víctimas eran atendidas por personas físicas cuyas identidades se desconocen y cuyo objetivo era hacer creer a los participantes del concurso que efectivamente habían ganado un premio y que se lo estaban gestionando. Según el fallo, los espectadores que creían haber acertado las preguntas eran atendidos por diferentes personas, quienes trataban de prolongar al máximo la duración de la llamada.

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