30 jul 2012

¿Por qué las mujeres adoran ir de shopping y los hombres lo detestan?

MUJER

La explicación se remonta a la época de las cavernas


La escena se repite una y mil veces al día dentro de cualquier centro comercial: una pareja va de compras, la mujer entra a todas las tiendas, busca minuciosamente su objeto de deseo entre las perchas; mira, descarta y revuelve hasta que el hombre agota su paciencia y termina saliendo ofuscado pero llevando las bolsas.

Sin embargo, un estudio científico efectuado por la universidad de Michigan determinó que la culpa no es de ellas, sino de sus genes. 

Daniel Kruger, investigador de la Escuela de Salud Pública de esa institución, sostuvo que el comportamiento tan distinto entre ambos sexos en un centro comercial puede explicarse desde una perspectiva evolutiva. Millones de años atrás, ellas se dedicaban a la recolección de frutos y ellos a la caza, distintas estrategias de supervivencia que se ven reflejadas en la actualidad en su modo de consumir.

Las mujeres llevaban consigo a sus crías para recolectar frutos y seleccionaban sin apuro los que mejor estaban para ser consumidos. Ello hizo que sean más observadoras a la hora de elegir un producto, prestando atención a la calidad de su material, al color y al precio, tal como refiere el estudio publicado por Journal of Social, Evolutionary & Cultural Psychology. Si tienen niños, ellos siempre serán sus compañeros inseparables dentro del shopping y pueden tomarse todo un día para elegir las compras.

En tiempos de las cavernas, los hombres se ocupaban de salir a cazar animales. Tenían que ser muy rápidos para no ser atacados por ellos y, una vez que conseguían su presa, volvían de inmediato a sus cuevas. Este comportamiento sería lo que determina su modo de desenvolverse en la actualidad a la hora de ir a hacer una compra. Ya saben de antemano lo que van a buscar, entran a la tienda, lo pagan y se van lo antes posible. Por lo general, ellos no van en compañía de sus hijos tal como en tiempos ancestrales, ya que llevarlos de caza podía demorarlos o entorpecer su cometido.

El antropólogo Guillermo Echevarría Molloy sostuvo: “El hombre dividió el campo de las realizaciones en públicas y domésticas, reservando  las primeras para ellos y las segundas para ellas". 
  
En cuanto a la mujer y su relación con el objeto deseado respecto a su textura y su color, la explicación es más sencilla que las viejas configuraciones cazador- recolectora. "Obedece a una política de mercado que nos puede explicar que ella es más detallista y cuidadosa. La textura y  el color forman parte de un ideal de belleza del cual participan todos los humanos en forma simultánea: tanto hombres y mujeres detentan esas actitudes y sólo es una cuestión de matices".

En tal sentido, la psicoanalista Any Krieger sostuvo que las mujeres son tan observadoras como los hombres y que ellas se han masculinizado mientras que ellos se han feminizado. “Los varones también se fijan en todo, ahora tienen una variedad absoluta en su vestuario que ya no está integrado solo por el clásico traje de color gris. Además, la mujer gana su propio dinero y lo cuida porque sabe lo que cuesta producirlo. Al igual que ellos, ahora tampoco tienen tanto tiempo para ir de shopping”, expresó.

Krieger opinó que el planteo quedo atrás porque el mercado oferta las mismas situaciones de consumo para ambos sexos y los dos responden a esas ofertas. “Antes no había cremas de belleza ni tinturas para  hombres, ahora estamos en un mundo bastante 'unisex'. Ese tipo de disquisiciones las hemos superado”, destacó.

Para Diana Litvinoff, psicoanalista y autora de “El sujeto escondido en la realidad virtual”, la diferencia entre ambos sexos está en que cuando ellas van al shopping siempre terminan comprando cosas para sí mismas, para sus hijos y para sus maridos.“Ellos solo van en busca de objeto de interés, salvo que tengan que regalar por un cumpleaños o un aniversario”, expresó.

La experta agregó que la mujer está muy bombardeada con el consumo. “Cuando se va de viaje está obligada a traer la ropa mejor y más barata para su familia en vez de poder relajarse y disfrutar de un paseo que no implique comprar. Parece ser un mandato social”, indicó.

Litvinoff se refirió a uno de los puntos débiles de las mujeres: su indecisión a la hora de elegir un producto: “Los hombres son más prácticos, entran a un negocio, ven dos camisas y eligen una. Ellas nunca se deciden: que el color, que la marca, que el talle,compran y nunca están conformes”, destacó.

“Lo que cansa de las mujeres en los shoppings –al igual que en el supermercado- es la indecisión. El hombre no lo tolera y se va”, sostuvo la experta.

Pero para Adriana Guraieb, psicoanalista, el hecho de tardar en elegir la ropa puede ser un mensaje multicausal, ya que puede deberse a que es indecisa, insegura y necesita de la aprobación de su acompañante. “También puede ser que mientras esté eligiendo una prenda esté especulando con si su pareja puede llegar a comprarle algo más, si es que depende económicamente de esa persona”, destacó.

La mujer consume más productos que tienen que ver con la belleza para agradar al hombre y competir con las otras. Pero ellos, a través de los metrosexuales, han inaugurado de manera ostentosa la coquetería masculina.



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